Virginia LEÓN SANZ, El archiduque Carlos y los austracistas. Guerra de Sucesión y exilio, San Cugat del Vallés, Editorial Arpegio, 2014, 397 pp.

Roberto Quirós Rosado

Universidad Autónoma de Madrid

La materia sucesoria se ha perfilado como una de las temáticas de mayor impacto a nivel académico en los estudios modernistas de los últimos lustros. La decisiva relevancia de la guerra de Sucesión española, bien como cierre de un ciclo dinástico, bien como preludio de una monarquía renovada en sus perspectivas administrativas, cortesanas y culturales, ha llevado a la aparición de diversas monografías, ciclos de congresos, seminarios y conferencias, redes de investigación y otras aportaciones culturales a lo largo y ancho de la península Ibérica y de la propia Europa. La cercanía de los centenarios del deceso de Carlos II (1700) y de las paces de Utrecht, Rastatt y Baden (1713-1715) han ayudado a fomentar tal impulso de análisis histórico no sólo en los medios universitarios, sino también de difusión entre el gran público y las instituciones. El reformismo borbónico, la introducción de gustos franceses e italianos en la cultura áulica y los perfiles bélicos del conflicto por la corona de España han sido vértices sobre los que se ha sustentado dicha producción historiográfica. Sin embargo, no ha de olvidarse el impacto del enfrentamiento dinástico entre las comunidades políticas hispanas y sus consecuencias que, incluso, han llegado hasta la actualidad.

Si bien existen recientes estudios de conjunto sobre la guerra de Sucesión y compendios de artículos sobre diversos aspectos temáticos o territoriales[1], se hacía precisa la aparición de un volumen específico en torno a una de las principales figuras del periodo y combatientes en liza: Carlos de Austria. Afortunadamente, su más reconocida investigadora en la academia española, Virginia León Sanz, ofrece el presente libro como la segunda edición revisada y ampliada, con material novedoso y los resultados de líneas de trabajo recientes, de su monografía precedente, Carlos VI. El emperador que no pudo ser rey de España (Madrid, Aguilar-Santillana, 2003). Los relevantes trabajos de la propia autora en torno al soberano  austriaco, en sus distintas facetas de archiduque, rey y emperador, han situado a don Carlos en un lugar central en la vida política de la Europa de la primera mitad del siglo XVIII. Con sus aportaciones se trasciende la estereotipada imagen que, desde su misma contemporaneidad, había calado en una historiografía todavía deudora de los grandes historiadores y cronistas borbónicos. A través del recorrido pormenorizado por la vida del príncipe Habsburgo se reconstruyen de forma amena y ágil las vicisitudes del conflicto sucesorio, con particular atención en la península Ibérica, dándose voz a aristócratas, ministros y militares que, pese a su heterogénea proveniencia nacional, articularon su naciente monarquía.

La presente obra se sustenta en el contrastado material cronístico y bibliográfico manejado por la autora, fruto de la constante revisión del periodo por parte de los historiadores contemporáneos, si bien la documentación archivística, articuladora del estudio y del resto de la producción de la profesora León Sanz, se ha reducido a un carácter testimonial para facilitar al lector la fluidez de la narración. Sirviéndose del género biográfico y de la historia política, desarrolla su discurso historiográfico en torno a quince capítulos entre los cuales el periodo 1704-1714 ocupa un lugar preeminente, coincidiendo con los años centrales de la contienda en el ámbito peninsular. Así, el hilo argumental del volumen, la visión del conflicto sucesorio desde la perspectiva del candidato Habsburgo y sus ministros, aporta la necesaria visión del otro, el contrapunto a la óptica felipista, sin caer por ello en la hagiografía o la mitificación de su reinado en la monarquía de España. Especial hincapié merece la profundización en la figura y el papel cortesano de la consorte Isabel Cristina de Braunschweig-Wolfenbüttel. En esta línea de apertura a problemáticas minusvaloradas en la historiografía tradicional, y siguiendo las proposiciones temáticas de Marcello Verga, se ponen de relieve los límites impuestos por sus propios aliados al rey Carlos (III) respecto a su soberanía y autoridad, desde su propio hermano, el emperador José I, hasta las Potencias Marítimas anglo-neerlandesas, así como la pugna del primero para gestar una potestad autónoma y tendente a garantizar la sucesión íntegra de la monarquía de España dentro de la casa de Austria. Asimismo, en los últimos cinco apartados finales, la autora evoca su interés por los sucesos palatinos, diplomáticos y sociales de dos de los episodios más controvertidos de la España moderna: el “revisionismo” de Felipe V en el espacio italiano en la segunda mitad de la década de 1710 y el exilio hispano en tierras transalpinas y centroeuropeas y la consecuente defensa de los derechos dinásticos austriacos hasta la definitiva paz de 1725. Figuras en creciente recuperación histórica, como el secretario del Despacho Universal, marqués de Rialp, o el ministro y pensador conde Juan Amor de Soria adquieren una mayor visibilidad en dichas postrimerías, mostrando la evidente continuidad de prácticas políticas y sociales provenientes de la tradición española y difundidas en un marco geográfico divergente: la corte de Viena y el espacio centroeuropeo bajo el poder del rey-emperador.

En la obra que se presenta en estas líneas, cabe expresar, a ojos del reseñador, el empleo de conceptos controvertidos, caso de austracismo y austracista, que han aparecido y difundido desde mediados del siglo XX y que no siempre pueden referir de forma unívoca las distintas realidades sociopolíticas de los partidarios de Carlos de Austria. La dificultad para sintetizar en una exclusiva categoría a tales individuos, dados sus heterogéneos intereses, idearios y naturalezas, suscita la necesidad de debatir en torno a la validez de términos usualmente utilizados por las historiografías peninsulares y reflexionar sobre la diversidad interna en la monarquía del soberano Habsburgo. Del mismo modo, se echa en falta una visión de conjunto sobre la proyección indiana, italiana y flamenca del conflicto bélico y sus condicionantes políticos, pues la autora ha focalizado su objetivo crítico en dilucidar las incógnitas que, sobre el gobierno carolino en Barcelona y, en menor medida, Viena, todavía precisaban de una mayor profundización.

Atento a todo lo expuesto, el volumen de Virginia León Sanz se considera una lectura obligatoria para el público lector  ̶ especializado en la materia o profano en los pormenores de la historia del Setecientos ̶  para adentrarse con rigor y erudición en los problemas políticos e idiosincrasias jurídicas que, en diversas formas, mantienen vigencia y actualidad a comienzos del siglo XXI.