Miguel Ángel Extremera, Gobernador y padre de familia. Correspondencia privada de un corregidor del duque de Alba (1764-1767), Barcelona, Ediciones Rubeo, 2013, 202 pp.

 

Abel Iglesias

 

Miguel Ángel Extremera ofrece al lector una edición de más de noventa cartas enviadas entre 1764 y 1767 por Francisco Fernández de Cañete y Junguito, corregidor del duque de Alba, a su padre, Manuel Fernández de Cañete y Sanllorente, escribano mayor del cabildo cordobés, lo que hace más accesible la consulta de una documentación –conservada en el Archivo Municipal de Córdoba ̶  que arroja una nueva mirada sobre el corregimiento señorial del Setecientos. En lugar de acercarse a este fenómeno a través de una árida perspectiva institucional, Extremera lo hace mediante un centenar de vivaces misivas privadas, escritas la mayor parte de ellas desde Granadilla (Cáceres), villa en la que Francisco sirvió a su señor durante aquel intervalo de tiempo. Es decir, nos invita a recorrer un atractivo camino que de una manera implícita va de lo particular a lo general, de lo individual a lo colectivo. En este sentido, es un acierto la actualización ortográfica llevada a cabo en la transcripción, puesto que si lo importante del epistolario es su contenido, en tanto que testimonio de la vida cotidiana de un corregidor señorial, habría carecido de sentido presentar los textos en su forma original.

 

Entre el inicio y el cierre de carácter formulario de cada carta se proyecta el mundo de un hombre del siglo XVIII: el devenir de su actividad laboral, sus pensamientos y emociones, los acontecimientos relacionados con su familia, la situación climática, etc. En este orden de cosas, el estudio preliminar de la correspondencia realizado por Extremera es una excelente síntesis de los temas que aparecen en la misma: las ocupaciones de Fernández de Cañete como corregidor de Granadilla, su preocupación por el precio del grano y el clima, la deficiente situación económica que padece, la excesiva carga de trabajo que conlleva el puesto de corregidor en esta zona rural, su hondo anhelo por cambiar de destino dentro de la misma Casa (deseaba ser administrador en Berlanga), las entrevistas personales mantenidas con el duque o el hastío que le produce el pésimo servicio postal de la época, entre otros.

 

En conexión con el último tema mencionado, es de destacar la notable presencia que tiene la propia cuestión epistolar en la correspondencia de Gobernador y padre de familia. Sin duda, escribir y recibir cartas era percibido como algo capital por Fernández de Cañete. Por ejemplo, no soporta la ausencia de las mismas (“Vm. vea si se pueden dirigir cartas a Plasencia por otra parte que no padezcan extravío pues es una muerte el no tener noticia”, p. 76) y explica las razones por las que no escribe a todos sus allegados (“que no escribo con separación a cada uno porque ni hay tiempo ni lo contemplo preciso”, p. 46).  De hecho, la presente obra se sitúa en el contexto del auge que en los últimos años ha vivido la epistolografía, línea de investigación que ha llamado la atención sobre la importancia de aproximarse a las cartas, bien como fuente histórica (así lo hace Extremera) o bien como objeto de estudio en sí mismo. Asimismo, el volumen es una importante contribución para la Historia de la emociones o de los sentimientos, corriente que ha despertado un fuerte interés recientemente.

 

Las cartas permiten “saber realmente cómo vivieron y cómo sintieron aquellos que nos precedieron en el tiempo”, señala en la introducción. A menudo, el historiador tiene enormes dificultades para hallar testimonios que le permitan conocer no solo qué hicieron los hombres y las mujeres del pasado, cómo, cuándo, dónde y por qué lo hicieron, sino también qué sintieron, siendo esta última la más complicada de las preguntas que podemos plantear, pero a la vez la más sugerente y gratificante de resolver. Precisamente, publicaciones como Gobernador y padre de familia son imponderables herramientas de trabajo que permiten hacernos avanzar en esta ardua tarea.

 

Ya desde las primeras líneas de la correspondencia, Fernández de Cañete plasma su estado de ánimo: “Nuestro arribo a esta villa fue con toda felicidad, aunque melancólicos de la ausencia” (p. 42), tono que aparece intermitentemente a lo largo de la relación epistolar que mantiene con su padre, como por ejemplo cuando habla de la tristeza en la que se ve sumido su hijo Nicolás al verse obligado a trasladarse a la Extremadura cacereña: “Nicolás no olvida a sus abuelos, tanto que se enternece y melancoliza” (p. 43). Fernández de Cañete también es prolijo en lo que concierne a las emociones al referirse a sí mismo: “Yo no he tenido la más ligera noticia de mis cosas, es desgracia más y permitir Dios tenga este quebranto de mantenerme en este empleo en que estoy aburrido, pues todo es trabajo el más crecido” (p. 106), afirma al reflexionar sobre su frustrado traslado a Berlanga.

 

A tenor del último pasaje citado, el conjunto de textos presentados por Extremera es un proyecto de autorrepresentación de la personalidad del corregidor del duque de Alba –algo característico del género epistolar ̶ , quien se autorretrata como un hombre diligente en su trabajo (“Encuentro muchos abusos que voy quitando y gastos indebidos a la villa y tierra”, p. 50), estimado y reconocido por los habitantes del lugar (“He logrado hacer toda la compra de granos para el pósito […], con lo que tengo asegurado el pan más barato que el año pasado y el común muy contento”, p. 107) y, como hemos visto, desgraciado, rayando el victimismo (“[…] este destierro y miseria, pues me temo he de perder la vida porque el trabajo es el mayor”, p. 119)[1].

 

En relación con la cuestión de la autorrepresentación, Fabio Caffarena sostiene que una carta puede ser vista como una “autobiografía en miniatura”[2], por lo que, siguiendo esta idea, el epistolario que tenemos en nuestras manos pertenece a la categoría conocida como egodocumentos o escritos autobiográficos. Fernández de Cañete, como cualquier otro escritor de cartas, relata una serie de hechos sobre su vida y pensamientos al mismo tiempo en que estos se van sucediendo (o con una escasa distancia entre lo ocurrido y su registro escrito). Extremera señala en el estudio preliminar que, por el momento, son pocos los datos acerca de nuestro protagonista; precisamente, su edición tiene el mérito de llenar este vacío. Además, en dicha parte preliminar aporta un pequeño pero trabajado árbol genealógico del gobernador del duque de Alba a partir del entrecruzamiento de informaciones obtenidas del Archivo Histórico Provincial de Córdoba y del Archivo Municipal de Córdoba.

 

En conclusión, el presente trabajo es una obra que mejora nuestro conocimeinto sobre cómo se desarrolló la vida cotidiana de los corregidores señoriales en el Siglo de las Luces, un relato que en este caso está contado por uno de los protagonistas de la historia: Francisco Fernández de Cañete.

 

 



[1] La cuestión de la representación en el género epistolar ha sido tratada por Antonio Castillo, quien ha afirmado que en las misivas “la letra asumía la representación de la persona” (Antonio CASTILLO GÓMEZ, «El mejor retrato de cada uno». La materialidad de la escritura epistolar en la sociedad hispana de los siglos XVI y XVII” en Hispania, LXV/3, 221, 2005, pp. 847-876, cita en p. 862). Asimismo, Fernando Bouza se ha acercado a esta problemática para la sociedad cortesana de la España de la Alta Edad Moderna, poniendo el acento en el importante papel que desempeñaban los retratos que acompañaban las cartas como vehículos de autorrepresentación (Fernando BOUZA, “Letters and portraits: economy of time and chivalrous service in courtly culture” en Francisco BETHENCOURT & Florike EGMOND (eds.), Correspondence and Cultural Exchange in Europe, 1400-1700, Cambridge, Cambridge University Press, 2007, pp. 145-162).  

[2] Fabio CAFFARENA, “Palabras sin fronteras. Testimonios populares contemporáneos. Entre escritura, oralidad e imagen” en Antonio CASTILLO GÓMEZ (ed.), Culturas del escrito en el mundo occidental. Del Renacimiento a la contemporaneidad, Madrid, Casa de Velázquez, 2015, pp. 121-134 (cita en p. 134).



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Tiempos Modernos: Revista Electrónica de Historia Moderna
ISSN: 1699-7778